La expansión urbana de Lima se encuentra al acecho de la zona arqueológica y esto es innegable. Dentro del tejido urbano de la ciudad, la pampa de Atocongo (en donde se encuentra el Santuario arqueológico de Pachacamac) puede verse como “interrupción” del crecimiento y la conexión de la zona consolidada de Lima con Lurín y los balnearios del sur. Ante la necesidad de suelo útil, su vulnerabilidad a ocupaciones es permanente. Este conflicto se ve reflejado en la aparición de muros y edificios en los límites del santuario, así como en el corte del mismo con vías vehiculares de alto y pesado tránsito.
En ese sentido, propusimos proteger la zona arqueológica, sin aislarla de su entorno si no, por el contrario, permitiendo que se pueda trabajar y exponer todo lo que se vaya encontrando en ella, siguiendo las huellas históricas y actuales del lugar, con espacios públicos y edificios de uso mixto que reconectasen las zonas norte y sur para darle al complejo su verdadera relevancia.